Pocas historias continentales son tan complejas, apasionantes y excepcionales como la de América. Ya fuera antes de la llegada de los conquistadores europeos o después, en la formación de los imperios coloniales que les siguieron, América siempre fue una vasta tierra en no pocos sentidos aún virgen de toda presencia humana. Su relato está preñado de conquista, pero también de desarrollo y de grandes civilizaciones.
¿Pero cómo entender el enorme bagaje histórico de una tierra antaño desconectada del resto de culturas del planeta y, de un día para otro, revelada como el "Nuevo Mundo"? Los viajes de Colón representan un evidente antes y después en la historia de los pueblos americanos, lo que dificulta la comprensión sobre lo que América era antes de los europeos. Su no llegada sigue siendo uno de los what if más interesantes de la Historia.
Para entenderlo de modo más sencillo EmperorTrigestar, un canal de YouTube dedicado a explorar la Historia mediante mapas interactivos, cuenta don dos vídeos de apenas diez minutos que explican de forma visual la evolución política de América. El primero, dedicado a América del Norte, se inicia en el año 700 AC con el surgimiento de la cultura maya y de las primeras ciudades-estado mexicanas. Y a partir de ahí, avanza.
Lo hace con numerosas fechas inconexas. Los vídeos ayudan a comprender el mar de incertidumbre en el que navega nuestro conocimiento sobre la América prehistótica. No hay constancia de registros escritos para una amplia mayoría de civilizaciones surgidas en las tierras americanas miles de años atrás, lo que deriva gran parte de los hallazgos a la arqueología. De ahí que las fechas suelan ser aproximadas o genéricas.
A la altura del año 250 gran parte de lo que hoy conocemos como México contaba con diversas organizaciones políticas que se contaban entre las primeras civilizaciones del continente. Su desarrollo es paulatino. Durante los siguientes quinientos años, los mayas convivirán con toda una pléyade de pueblos, como los toltecas, en torno a la península del Yucatán y a las actuales tierras del sur de México.
No será hasta el cambio de milenio cuando se registre el primer contacto europeo con América (los vikingos, en Vinland), y hasta mediados del siglo XV cuando surja la principal potencia económica, política y militar gobernante en América del Norte hasta la llegada de los españoles: los aztecas. Su legado es inmenso si bien su existencia como figura política independiente corta: a la altura de 1520 la conquista española evapora su imperio.
A partir de aquí los acontecimientos se suceden con rapidez: a la altura de 1600 el Imperio Español ha conquistado la totalidad de México y Centroamérica, se ha adentrado en el norte de América del Sur y avanza hacia las actuales tierras de Estados Unidos. Para entonces aún resisten algunas bolsas mayas en el interior del virreinato, pero la colonización era un fenómeno imparable: Inglaterra, Francia y Países Bajos entran en juego en los siglos siguientes.
Las guerras que determinan el orden actual de América del Norte son apasionantes. Como resultado de todas ellas, y de la preeminencia anglosajona en gran parte del continente, Estados Unidos surge en 1778, y el resto de naciones norteamericanas a partir de 1800, en plena descomposición de un Imperio Español moribundo. El Imperio Mexicano hereda gran parte de sus tierras, llegando a ocupar parte de California, Arizona o Texas.
Los siglos XIX y XX certifican el actual mapa de América del Norte, con pequeños y singulares episodios de naciones ya no existentes como Texas, Vermont, la República Federal de Centroamérica o los Estados Confederados.
La de América del Sur sigue similares derroteros, aunque su desarrollo en los años prehistóricos es más amplio: se tiene constancia de culturas tan variadas como la Chavín, la Nazca, la Moche o el Imperio Tiwanaku en los largos años que van desde el 900 AC al 300 de nuestra era. Posteriormente surgirían otras culturas andinas como Chimor o el Imperio Wari, fe de la constante evolución política y social de América del Sur.
A partir del siglo XIV aparece el Imperio de Cuzco, germen del todopoderoso y determinante Imperio Inca posterior. Los siglos previos a la llegada de los conquistadores españoles certifican su imparable ascenso, especialmente a partir del siglo XV. Cuando Pizarro llega a las tierras controladas por los incas, estos se extienden a lo largo de la cordillera andina, en un territorio que hoy abarcaría parte de Perú, Bolivia y Chile.
Su legado es gigantesco, como el azteca, y su caída igualmente rápida. Las enfermedades y la violencia posterior a la conquista diezman irremediablemente a las poblaciones indígenas, lo que facilita la llegada y el control posterior de los europeos. A partir de entonces, España pasa a controlar un territorio gigantesco que, conectado con sus posesiones en América del Norte, le convierte en el Imperio más grande de su época.
A principios del siglo XIV el territorio colonial español alcanza desde Buenos Aires hasta la actual Ciudad de México, mientras Portugal, merced a Tordesillas, controla las costas brasileñas. La breve unión entre ambos durante el reinado de Felipe II hasta la independencia portuguesa convierte al continente americano en un práctico monopolio de los Austrias hispánicos. En los siglos siguientes, España y Portugal avanzarán en su control de las tierras aún no colonizadas.
Al igual que en el norte, será la caída definitiva del Imperio Español la que precipite los acontecimientos de forma apasionante. El surgimiento de la pléyade de estados actuales, herederos en parte de las antiguas provincias coloniales, estará plagado de conflictos internos, uniones hoy impensables y guerras de conquista contra las poblaciones aún nativas. A finales de siglo quedarán pocos conflictos fronterizos que librarse, y América del Sur habrá tomado su forma definitiva.
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